
Cada arruga en el rostro de Gilma cuenta una historia de esfuerzo y amor por la tierra. Su mirada refleja la esencia del campesino colombiano.

Desde la siembra hasta la cosecha, la labor de Gilma sostiene comunidades y preserva tradiciones agrícolas.

Gracias al trabajo de Gilma, su cosecha llega a la mesa de muchas personas, uniendo tradición y esfuerzo en cada plato.

















